¡Cuánta emoción suscita una visita, especialmente cuando ésta despierta y aviva el interés y la curiosidad infantil!
En clase habitualmente sólo somos 7 niños de 3 y 4 años, pero hoy hemos tenido un nuevo compañero: Ian se ha traído un “bicho bola”.
Todos estábamos emocionados y por unanimidad hemos decidido integrar totalmente en la rutina del aula a nuestro nuevo amigo; le hemos buscado un lugar cómodo y seguro del que no pudiera escapar y que nos permitiera mirarlo, tocarlo, hablarle, cuidarlo, disfrutarlo…, usando para ello la bandeja honda que tenemos como caja de los tesoros (el Bicho Bola hoy era nuestro mayor y mejor tesoro). Ha tenido un lugar en nuestra asamblea utilizando para ello uno de nuestros cojines que amablemente le hemos cedido para que estuviese tan cómodo como nosotros.
A la hora de pasar lista y colocar nuestras tarjetas en el panel del colegio, ha surgido la necesidad de hacerle una tarjeta identificativa como la nuestra, que nos ha servido como modelo. En un trocito de cartulina hemos dibujado a nuestro nuevo amigo (dibujo que sustituía a la foto que nosotros tenemos) junto a su nombre “Bicho Bola” escrito como cada uno sabía hacerlo, y hemos colocado estas tarjetas junto a las nuestras.
El día ha transcurrido con la normalidad de la rutina pero con la calidez de nuestros cuidados, de nuestras manos curiosas, de nuestras alegres risas, compartiendo confidencias con nuestro pequeño compañero que a mediodía ha regresado a casa de quien lo trajo al cole esta mañana.
(Ana Belén Cerezo)